Semana
4 (fase 1). Días 10 y 11 de entrenamiento (21 y 23 de enero de 2014)
Tenía en casa un pulsómetro que
me compré hace unos seis años y que estaba sin pilas, así que le
compré las pilas y me lo puse, es un pulsómetro básico que compré
por 15 euros, en teoría le podías meter la Frecuencia Máxima y
pitaba al alcanzarla, pero la alarma estaba estropeada, pero por lo
menos podía ir mirándolo a ver en cuanto estaba de pulsaciones.
Día 21/01/24; empecé
el trote de 6 minutos igual que la semana pasada, por un lado me
parecía imposible que tuviera que ir tan lento para mantener mis
pulsaciones controladas (si llevarlas a 150 es controladas) la verdad
es que este pulsómetro no es muy fiable ya que se iba a las 220
pulsaciones de vez en cuando y por otro era frustrante que tardara
tanto en pasar 6 minutos y que sin embargo fuera incapaz de llegar al
kilómetro en esos 6 minutos.
Al terminar este día tenía claro
que tenía que meditar bastante sobre si iba a dejar que mi orgullo
me impidiera hacer un plan decente, sobre todo tras ver realmente las
pulsaciones en las que estaba trabajando en cuanto forzaba un
poquito. Tenía que asimilar una bajada importante de ritmo.
Día
23/01/14; quería
hacer una prueba, iba a trotar hasta llegar al kilómetro y ver como
llegaba, como ya he dicho que soy cabezón no paré hasta el
kilómetro a pesar de que el estómago y el pulmón querían
impedirlo (luego comprobé que eran 900 metros), había tardado 7
minutos y 30 segundos y había llegado a tener 170 pulsaciones. Tras
los 2 minutos andando volví a hacer otro “trote
maratoniano-supersónico” de 7 minutos, esta vez me quedé más
lejos del kilómetro y con 165 pulsaciones, muy mosqueado completé
lo que faltaba andando ya que no quería forzar mas.
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